miércoles, 18 de noviembre de 2015

Como todo empezó....segunda parte

Continuo mi relato que empecé hace algunos días:

Mi bebé llego a casa, todo estaba listo para recibirlo y acogerlo para brindarle todo lo que él necesitaría. Una semana después de que llegó empecé a notar un brote extraño en su cara, un salpullido, que empezó en la frente, luego dentro de las orejas y alrededor de los ojos, cada día se iba esparciendo más por su cuerpo. Yo me angustié mucho, pero todos me decían que era normal, “es alergia al calor, les da a casi todos los niños, debe ser que lo está arropando mucho…” (sin embargo, yo pensaba que no era así, yo no lo abrigaba en extremo). Por esos días consulte al pediatra y me dijo “es miliaria, o milium, Es una situación frecuente en los pequeños porque se les  taponan los conductos sudoríparos. Esto lleva al brote que aparece en cara, y a veces se extiende hacia la espalda. El tratamiento es: nada. Va pasando; hidratar la piel, con cualquier crema que hidrate la piel (de esas de Johnson y Johnson), tratar de mantener lo menos abrigado posible (cuando se pueda, claro está según el clima)”.






Así que me relajé; claro que le puse la crema de la marca que me dijo el pediatra e inmediatamente su piel se puso roja y lloró desesperado, la boté a la caneca…. así pasó un mes, dos meses, y nada, no desaparecía, parecía empeorar. En ese momento consulté en el Instituto Dermatológico Federico Lleras y me dijeron que era Dermatitis seborreica, le formularon corticoide y hasta un shampoo anticaspa; yo seguí el tratamiento, pero sin entender bien lo del anticaspa, me parecía algo muy fuerte para un bebé tan pequeñito, y no le vi mejoría, así que consulte otra dermatóloga particular, ella lo reviso a fondo y me confirmo “Es dermatitis atópica”, me enseño los tips para mantenerla controlada (los revisaremos en una entrada dedicada a ese tema) y le formulo fórmulas magistrales, una como hidratante corporal y la otra como corticoide para tratar sus eczemas; seguí el tratamiento y se puso mucho mejor, pero seguíamos necesitando el corticoide de manera regular.

A los seis meses inició su alimentación complementaria a la leche materna, a los trece meses probó el huevo, (¡Ay!… de haber sabido) la segunda vez que lo comió le dio rinitis…, así que no le volví a dar huevo. A los 18 meses de vida, en el jardín de niños (guardería) después de tomar su lonchera se le inflamo un ojito, no lo podía abrir (uvas pasas contaminadas de huevo).
Allí ya desesperé y le pedí al pediatra que le solicitara los alérgenos, después de esas manifestaciones tan claras era lo mínimo.   Efectivamente le hicimos la prueba en sangre y fue cuando descubrimos que, a sus 18 meses, ya era alérgico a las proteínas de la leche, al huevo (clara y yema) y al maní, ¡FUE TERRIBLE!, se me derrumbó otra vez el mundo. ¿Qué iba a comer mi bebé?




El especialista (alergólogo) le ordenó el rast en piel y nos recomendó otra alimentación: las leches vegetales, nos quitó la soya, por la reacción cruzada con la leche de vaca; nada de pan, pasta, queso, yogurt, huevos, nucitas, helados, jugos de caja, en fin… y así lo hicimos. El niño mejoró mucho en sus brotes en la piel, pero no al 100%. El corticoide siempre estuvo ahí. Un tiempo después le autorizó la leche de soya (de laboratorio), nuevamente alimentos con huevo, pero horneados, y el queso, porque extrañamente no le daba alergia. El apoyo en el jardín fue fundamental, allí era donde tenía más riesgo de consumir los alimentos “prohibidos”, nos colaboraron mucho, y estaban muy pendientes de que él solo comiera lo de su lonchera. Me volví un poco obsesiva con las etiquetas de las comidas del supermercado, nada de alimentos prohibidos, trazas o elaborados en fábricas que los procesaran, que impresión, ahí es cuando uno se da cuenta que el maní y la leche están en casi todo, así como los conservantes, la tartrazina (relacionada con alergias cutáneas o respiratorias), y los químicos en general, ya no hay comida sana.

Nico tenia épocas buenas y otras realmente difíciles, con brotes que lo hacían desesperar de la rasquiña; era común verlo jugar o cuando esta sentadito, o en cualquier momento, sin dejar de rascarse la entrepierna (donde más duro le daban). ¡No te rasques!, ven te aplico crema!, que más podíamos hacer…y las uñas bien cortas, estuvimos en urgencias solo una vez, por el desespero de la rasquiña.  Este año lo llevamos donde otro dermatólogo, que, a punta de mucha crema hidratante, corticoide y la dieta, le quito el brote de la entrepierna.

Bueno, acorto mi relato mencionando que en abril visitamos otro especialista, el gastroenterólogo pediatra, le ordenó nuevamente los alérgenos y salió positivo a Trigo, soya, proteínas de leche, huevo, maní. Ahora sí, ya hice Plop!. 

Desde ese momento, tal vez siete meses a hoy no se ha vuelto a brotar y no hemos necesitado de corticoides, hidratamos muy bien su piel todas las mañanas y las noches y le cuidamos su alimentación. Allí es donde inició mi fase de experimentación en la cocina (casi a la fuerza, porque realmente nunca me había gustado cocinar), para eliminar de su dieta ahora también el trigo y la soya (razón por la que no mejoraba del todo) y ante la necesidad de suplir una falencia del mercado, es imposible conseguir alimentos con estas restricciones para darle en su lonchera o en su desayuno. Como resultado de la experimentación le hago esos ponquecitos y galletas que tanto les gustan a los niños (y grandes), y que ahora vendo a familias de otros niños alérgicos. Tiene algunos pecaditos, a veces un poco de pan, o queso, o en uno que otro cumpleaños un poco de torta (sin crema), para que no siempre sea el niño raro, al que debemos esconder de las fiestas de los amiguitos.  




Me faltaron cosas por compartir, pero realmente me alargué, no pude acortar por más que quise, pero termino mencionando que además de lo anterior hace un año mi chiqui tiene diagnóstico de asma alérgica, y usa inhaladores todos los días. Cansada de esos inhaladores y de su tos permanente, y de tanto antibiótico, corticoide, montelukast, y todo un poco, empezaremos en la medicina alternativa; ayer apenas fuimos a consultar a una Pediatra Bioenergética que nos recomendaron mucho. 

Mi Nico ya es un niño bendecido, y a pesar de sus cosas es muy fuerte y valiente, y como me dice su Papito, “no te preocupes, no es el fin del mundo, realmente hay niños que si están enfermos, Gracias a Dios lo de Nico no es grave”, y sí, se alimenta mejor que cualquiera, de una manera mucho más natural y equilibrada, alejado de tanta comida empaquetada, procesada, que es la que mantiene esa epidemia de cáncer y tantas enfermedades en nuestra población. 

Le vamos a poner todo el empeño y a seguir el tratamiento y la dieta estricta juiciosos, porque tengo la esperanza que todo va a mejorar, solo quiero proporcionarle más tranquilidad en los años que están por venir. 

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Un abrazo, 

Sonia

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